miércoles, 25 de junio de 2014

Combarbalá: Agua que sí has de beber




Alejandro Cortes

...Detrás de ese silencio 
está la vida que bulle
en un torrente invisible
de aguas cálidas y puras
que te acogen, te gritan,
te llevan y te acuñan.
De ahí venimos...
de ese silencio infinito.
¿Hay mayor hermosura 
que admirar la diáfana lejanía?
¿hay mejor música o melodía
más eterna y original 
que sentir el paso libre del viento?
¿Qué es estar vivo?
es sentir la brisa y el viento 
sobre el camino.

Extracto del poema “ ¿Qué es sentirse vivo?”, José T. Carvajal: 
Libro, Nubes sobre el llano. Edición Piedra Cielo, Combarbalá. 


Combarbalá
Me detengo a contarles una grata experiencia.

El fin de semana pasado tuve la oportunidad de estar como músico guitarrista en la comuna de Combarbalá, la cual, siento que no sólo es un lugar, sino más bien una sabiduría de un Chile real, del que poco muestran y del que mucho podemos aprender.

Para llegar a nuestro destino atravesamos pintorescos valles y localidades como Canela, tierra de personas humildes y de una riqueza patrimonial admirable. En el camino el paisaje fue amigable, el clima agradable y cada vez que avanzábamos y nos sometíamos hacía la cordillera, los cerros se tornaban rojizos y se sentía que el camino anunciaba un noble destino. 



Chaguareche Combarbalá
Combarbalá nos recibió con sus tierras coloridas y con una comunidad alegre de recibir al forastero. Ahí mismo conocí a Lety, dirigenta de la localidad, luchadora por los derechos de los campesinos sobre todas las cosas. Rescato en ella una mujer admirable, incansable a la hora de proponer y hacer el bien común. Leticia, junto a su hermana, Maria Luz, ambas forjadas por los fuegos del compromiso social, nos contaron sobre la gran lucha que emprende el campesinado que, sin aguas lluvias y por la falta de políticas que aporten al justo uso del recurso, enfrentan un camino arduo que sólo los ideales pueden hacer sostenible.

Después de haber almorzado junto a los campesinos (cabrito al jugo), nos fuimos a recorrer el pueblo, el cual es pequeño y con rasgos patrimoniales que muestran el respeto por el paisaje cultural que conforma la historia combarbalina. 
Combarbalá

Finalizando el día estuvimos en “La barra de la esquina”, un bar cultural  cuyo nombre remonta a la expresión "¡Salud la barra!" que don Hugo Pizarro, habitante de Combarbalá, exclamaba cuando brindaba junto a sus amigos en sus encuentros de cacho, tango y vino. El lugar lo atiende su mismo dueño, Carlos Nuñez Aguayo, o “Carlos de la Barra”, para los amigos que aun no saben su apellido real. De este lugar me llevo la sensación de amistad que demuestran a los visitantes, y además, rescato el apoyo que realizan a la cultura y las artes. 
Barra de la esquina

Ahí mismo conocí a Don Patricio Castro, miembro de la agrupación literaria cultural “Piedra Cielo” quien me enseñó la íntima relación que existe entre el pueblo combarbalino y sus raíces; después de unos vinachos también nos contó cómo el “bar la barra“ es un facilitador para la cultura proporcionando espacios para iniciativas artísticas.

Al otro día finalizamos nuestro paso por Combarbalá en la localidad de Pama, en donde la ruralidad es parte orgullosa del presente, pasado y futuro de la comunidad. Es ahí donde pude constatar la dura sequía que aqueja al campesinado y los deja sin ejercer sus tradiciones, las cuales, sustentan a numerosas familias.

También conocí al amigo Baltasar, pirquinero, quien amablemente nos llevó a conocer la cumbre del “Cerro la Gloria”, un monumento natural a 3 mil metros de altura. Baltasar nos contó como es la extracción del mineral, y entre otras cosas, como es de sacrificada la vida del pirquinero. 

El camino para llegar a la cima fue algo difícil, pero nos fuimos confiados en las habilidades de manejo y la experiencia de Baltasar. Arriba, la vista fue majestuosa...
Una vez en la cima, pudimos conocer las excavaciones y entrar a éstas (túneles interminables). Ante ello, no dejo de sorprenderme por las inmensas riquezas que posee nuestro país y cómo éstas son ingeniosamente extraídas y aprovechadas por los pirquineros. 

Finalizando, mi reflexión de haber estado en Combarbalá y compartido con su gente; campesinos, gestores, dirigentes y pirquineros; no me hace un simple visitante, sino más bien, una cómplice de sus causas, me consolida como ser de la tierra, como un hombre de innegable amor por la cultura local y el patrimonio, y al mismo tiempo, me hace levantar la mano por sus problemáticas, como por ejemplo: la del agua, que no sólo es de ellos, sino de TODOS; porque no es lo mismo que “luchen sólo por sus derechos” que “luchen solos por los derechos de todos...”

Combarbalá sostiene una cultura arraigada a su historia, la respeta, y al mismo tiempo, se defienden así mismos ante la mirada indiferente y centralista de un país que muchas veces da la espalda a la lejanía. ¡No basta con mirar la realidad desde la comodidad del sillón capitalino ignorando las problemáticas más profundas de nuestro país!.

Ante la escasez de recursos hídricos, los campesinos demuestran el coraje y su fuerza al defender el elemento vital. Agrego que es lamentable que la lucha en su gran mayoría sea ejecutada por los afectados directamente, y no como debiese ser, por un Chile consciente que entienda que el agua, en primera y última prioridad, es un derecho de todos los seres vivos y no de una economía que escapa de nuestras manos y de toda lógica.

Hoy, en un Chile más abierto y dispuesto a mejorar, es ahí justamente donde la voz del ciudadano debe alzarse para enfrentar un futuro más justo, próspero y elocuente para las comunidades agrícolas. 

En fin, los  recuerdos y las experiencias fueron gratas, emocionantes e ilustradoras. Espero volver pronto.

Alejandro Combarbalá

Alejandro Cortes